viernes, 13 de junio de 2014

DE DÓNDE SON LAS GRANDES CANCIONES

Aunque lo parezca, no es tan obvio que para establecerse en el mercado musical se necesiten buenas canciones, especialmente cuando cada músico se ve a sí mismo como la joya perdida que los cazatalentos no han sabido hallar. Y menos obvio aún en tanto que el concepto de lo que es una buena canción se ha perdido entre clichés, modas, exhibicionismo virtuoso y el enmascaramiento tecnológico (¡Oh San Protools, hasta dónde nos has llevado!), sin mencionar la trampa de las Listas de los "Top algo" que hace más de 50 años desarmó Jean Paul Sartre en su Crítica De La Razón Dialéctica.

Si a cuenta de lo que llevamos dicho una buena canción no está determinada por su popularidad, recursos técnicos o buena grabación, entonces ¿qué es una buena canción?

Comencemos por aclarar que los géneros musicales son categorías para clasificar composiciones con características comunes (no para calificarlas), por lo que decir que un estilo musical es mejor que otro es algo sin fundamento. Ahora bien, lo que sí se puede calificar es la canción como objeto ya que, en todos los géneros, requiere de ciertos elementos para considerarse lograda. Estos elementos son:

1- Una melodía sugerente y cantable
El primer elemento que captamos en una canción es su melodía, la sucesión coherente de notas y silencios en el tiempo. La misma está bien lograda cuando sugiere emociones y es cantable o, como se suele decir, tiene "gancho".

2- Congruencia entre melodía y texto
El texto ligado a la melodía debe tener conexión con las emociones y sensaciones que sugiere la segunda. Mientras más perfecta es la relación entre melodía y texto más lograda es la canción en su conjunto

3- Un texto con el que se identifique el oyente
Cuando escribimos el texto de una canción debemos asegurarnos de que el mismo tenga un significado claro con el cual el oyente pueda identificarse. Esto no quiere decir que pensemos en lo que le gustaría escuchar al público sino todo lo contrario: escribir desde la experiencia personal con el lenguaje que manejamos es reflejarnos en la canción y es allí donde nace la empatía entre el oyente y el compositor.

4- Sinceridad y necesidad
Todos los elementos mencionados, al ser traducidos en canción, deben hacernos sentir que estamos ante una afirmación sincera, donde cada palabra y cada nota son inequívocas y necesarias.

Estos cuatro elementos actúan entrelazados y el descuido de uno afecta, sin duda, la realización de los otros. Sin embargo, es importante tener muy claro el género para el que una canción es compuesta, de lo contrario las contradicciones estilísticas se harán patentes y lo que podríamos conseguir sería una breve temporada entre los exponentes de la comedia musical (estas contradicciones están claramente mostradas en el recomendable manga-serie-película Detroit Metal City).

No podemos cerrar este artículo sin parafrasear el consejo que los mejores artistas han seguido y predicado: hay que escuchar a los grandes maestros, estudiarlos, asimilarlos y, a la vez, ir buscando nuestra propia voz. Franz Schubert, Rubén Blades, Slayer, Agustín Lara, The Beatles, Hugo Wolf, Michael Jackson... En cada género hay más de una luminaria, son ellos quienes han abierto el camino que transitamos. Aprendamos de ellos y dejemos que nuestro instinto nos conduzca a nuestro nicho en el mundo musical.