lunes, 7 de julio de 2014

IMAGEN E IDENTIDAD

"Una imagen vale más que mil palabras", o al menos eso es lo que dice y quiere creer el mundo actual. Pero, más allá de la validez de la frase, lo cierto es que la "imagen" se ha convertido en el principal proveedor de contenidos de la actualidad y como tal debemos aprovecharla.

Etimológicamente derivada del latín "imitari" (imitar), la imagen se define como una representación de la realidad, mas no como la realidad misma, y allí residen su fuerza y su debilidad: la imagen apunta hacia la realidad sin contenerla. Esto da a la imagen una plasticidad que le permite agregar o sustraer elementos a aquello que representa, quedando la realidad suspendida ante el poder de convicción de la imagen.

Como ejemplo de esto veamos las siguientes fotografías:



La primera dio la vuelta al mundo en 2001, supuestamente como la foto del año de National Geographic, pero se trata de un montaje de la fotografía de un helicóptero estadounidense en maniobras de entrenamiento y la de un tiburón en Sudáfrica captada por Charles Maxwell. La espectacularidad y la acción que transmite el montaje hicieron que el mismo Maxwell dijera que fue un buen trabajo (aunque no quiere que algo así vuelva a pasar).

La segunda fotografía es un clásico de las fotos falsas. Tomada en 1934, en medio de una ola de rumores que decían que en el lago Ness habitaba una serpiente marina, la fotografía tardó 50 años en ser desechada definitivamente como un montaje y diez más para que Christian Spurling, uno de creadores de la misma, confesara cómo la habían hecho. A pesar de la improbabilidad del hecho, la foto se usó todos esos años como una "prueba" de la existencia del legendario monstruo.

El valor de ambas imágenes radica en su capacidad de sugerir, a través de una representación convincente, una realidad paralela estimulando las emociones: en la primera peligro, acción, miedo, sorpresa; en la segunda misterio, curiosidad, intriga. Por aquí podemos concluir que el verdadero objetivo de la imagen no es dar un discurso (decir algo) sino afectar al espectador, emocionarlo, atraparlo.

De este modo llegamos al punto que nos interesa explotar: en el arte de crear una imagen artística lo primordial es que esta sea sugerente, emocional, identificable y creíble. Esto se logra cuando la imagen es coherente con el estilo y el discurso de las canciones, apuntando hacia estos en una composición plástica inconfundible que da lugar a lo que llamaremos identidad.

Como ejemplo logrado de lo que decimos, podemos nombrar a Diamanda Galás, cuya imagen siniestra se apoya en una propuesta musical tan desgarradora, misteriosa y angustiante que no da pie a equívocos, lo que ves es lo que vas a oír. Es característico de esta artista el uso de los colores negro y rojo a lo largo de su carrera, así como de largas pestañas postizas y un maquillaje que destacan su palidez y los rasgos duros de su rostro, además de usar un vestuario entre "gótico" y sadomasoquista obviamente negro.

De esta manera Galás ha conseguido una identidad inconfundible al cohesionar música, texto e imagen en un conjunto indivisible que se hace patente con sólo escuchar el nombre de Diamanda Galás.

Lo mismo podemos decir de artistas como Tom Waits, Enrique Bunbury, Shakira y hasta La Tigresa del Oriente, cuyo abigarrado despliegue visual es tan de mal gusto como su música, lo que crea una identidad propia y única para esta artista.

Cuando el talento se decanta por la comedia musical el trabajo de construir una imagen que proporcione una identidad inconfundible radica en una combinación de contrastes cuyo objetivo es producir risa, a la manera de Tenacious D o Weird Al Yankovic.


En el caso de los alemanes de Knorkator el chiste radica en la contraposición de grandes dosis de humor a nivel visual y letrístico frente a la secular seriedad de la música heavy metal alemana. Este recurso está logrado en su máxima expresión en el video Du Nich, donde Till Lindemann (Rammstein) observa imperturbable a Stumpen (Knorkator) durante cuatro minutos absurdos mientras suena un tema fuerte con una letra no tan tonta como parece (nótese el contraste de vestimenta, porte y actitud de ambos cantantes destacados en un escenario simple y sin elementos llamativos)

                         (Si quieres ver el video con subtítulos en español pasa por aquí)

Pero, si no tenemos una imagen clara y definida ni estamos haciendo comedia musical, lo más probable es que, como dice la sabiduría popular, estemos meando fuera del perol y tengamos un pastiche de incongruencias visuales, musicales y líricas que nos pueden llevar a las listas de la peor imagen de banda o a ser el artista peor vestido del año en el mejor de los casos. Para evitar esto es necesario tener en claro qué es lo que se quiere comunicar desde el momento en que se toma el lápiz para escribir una canción. No es necesario tener un equipo de asesores de imagen o vestuaristas para darle coherencia a nuestra propuesta visual, pero no está de más preguntar a un fotógrafo profesional o a una amiga con buen gusto si lo que estamos haciendo va por buen camino o no.

Para que quede una prueba de lo que no se debe hacer, aquí están algunas imágenes:








No tener la valentía de aceptar que se está usando la imagen equivocada puede terminar en el desperdicio de mucho dinero para hacer un video que puede pasar a la historia como uno de los peores:



                            

Mas claro imposible. La coherencia entre texto, música e imagen es lo que nos dará una identidad verosímil, y esto no es difícil cuando somos sinceros en lo que hacemos.


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