miércoles, 5 de octubre de 2022

¿Qué pueden aprender los artistas independientes de Gustavo Dudamel?

¿Qué pueden aprender los artistas independientes de un director de orquesta clásico?


Gustavo Dudamel encarna principios y prácticas que beneficiarán a los creadores de música de cualquier estilo y género.

No hace mucho,  Gustavo Dudamel, director musical de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y de la Filarmónica de Los Ángeles, dirigió como invitado a la Filarmónica de Nueva York interpretando la Sinfonía nº 9 de Dvorak y otras obras. Fue un concierto maravilloso.

A Dudamel, se le considera una estrella del rock en el mundo de la música clásica, ha ganado múltiples premios internacionales y tiene fama de ser un director poderoso, intuitivo y profundamente musical.

Sin lugar a dudas que está a la altura de esa reputación. Su actuación inspira en un número sorprendente de aspectos que se aplican no sólo a la música clásica, sino a la creación musical de cualquier género o estilo. He aquí algunas observaciones que todos podemos aplicar para hacer mejor música.

Dar a la música, y a los músicos, espacio para respirar:

Algunos directores tienden a conducir las orquestas como si fueran coches de carreras de Fórmula 1, acelerándolas en las curvas y comandándolas a través de asombrosas hazañas de virtuosismo. El enfoque de Dudamel es igualmente poderoso, pero mucho más colaborativo. En lugar de someter a la orquesta a su voluntad creativa, la guía con suavidad, dando indicaciones y dirigiendo cuando es necesario para realizar la visión de la música, pero dejando que el conjunto brillara.

Asimismo, aporta un fuerte sentido del ritmo lineal y una gran flexibilidad artística a su trabajo al frente del conjunto. El tempo y la intensidad de la actuación fluyen bajo su batuta, de forma orgánica, de modo que la música parece vivir y respirar, en lugar de ser reproducida simplemente con furia y precisión mecánica.

Las mismas lecciones se aplican a los artistas independientes. Cuando trabajas con otros músicos, obtienes los mejores resultados cuando diriges a tus colaboradores según sea necesario y les dejas espacio para que sean increíbles. E incluso si trabajas con pistas de clic o pistas de acompañamiento, cuanto más puedas dejar que tu música respire en lo que respecta al tempo, la sensación y la intensidad, más probable será que conecte con tu público y lo conmueva.


Conocer el material por delante y por detrás:

Para la sinfonía de Dvorak, que dura toda la segunda mitad del concierto, Dudamel dirigió sin partitura. Tenía la pieza memorizada y se adueñó claramente del material desde la primera nota. Al no tener que revisar su música a mitad de la interpretación, parecía que podía concentrarse mejor en dirigir la orquesta y crear una interpretación entusiasta y animada de esta obra tan querida.

En tu propia música, tómate el tiempo necesario para memorizar, interiorizar y hacer tuyo el material que estás interpretando. Conocer la música de principio a fin aporta comodidad y confianza, y cuanta menos energía gastes intentando recordar qué notas o acordes vienen a continuación, más podrás centrarte en reaccionar a lo que tocan tus compañeros de banda, en interactuar con el público y en divertirte.

Expresa una tranquila confianza:

Dudamel se presenta con una presencia tranquila y discreta, pero aun así domina el escenario, al público y la orquesta. Asimismo, sus gestos y señales son siempre entusiastas, pero nunca excesivos o demasiado llamativos. Parece que cada movimiento de la batuta esta al servicio de la música y nada más.

¿Cómo lo consigue? su suave poder proviene de las décadas de práctica, estudio y experiencia que aporta al escenario junto con el hecho de que parece no tener nada que demostrar.

Si subes al escenario en tus propios conciertos con confianza en tu música, con la emoción de poder compartirla con los demás, y sin otra agenda que la de crear algo real, vivo y asombroso durante tu set, estarás bien encaminado para dar a tu público una actuación que recordará.

En otras palabras, da todo lo que tienes a la hora de hacer música. Más allá de eso, no te esfuerces demasiado.

Comparte el escenario y los focos:

Para alguien con estatus de estrella del rock, Dudamel parece sorprendentemente decidido a compartir la gloria.

Cuando el público le ovaciona a él y a la orquesta tras la última nota, Dudamel regresa al escenario y se sitúa en medio de la sección de violines, saludando modestamente con ellos, en lugar de situarse en el centro, donde los directores suelen saludar al público.

Cuando el público le llama una y otra vez con más aplausos, aprovecha la oportunidad no para deleitarse con su admiración, sino para llamar a numerosos miembros individuales de la orquesta que han actuado en solitario durante la interpretación, redirigiendo los aplausos hacia ellos y alejándolos de él.

Y sólo hace la última reverencia cuando toda la orquesta se levanta para acompañarle.

¿La lección para los artistas independientes? Honrar a los demás músicos y no acaparar el protagonismo. A menos que actúes en solitario, hacer música es un deporte de equipo y mostrar respeto a tus colaboradores, tanto en público como en privado, puede contribuir en gran medida a crear actuaciones memorables y cautivadoras.
 

Éxitos!!!





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